Notas de la autora:
- La presente reseña fue publicada el 22 de diciembre de 2018 en Steemit.
- Puede contener spoilers
Era un día cualquiera en una ciudad cualquiera. Era un día en que una mujer de casi unos 40 años, embarazada, iba con su hermana a una consulta médica rutinaria. La mujer era, a primera vista, una persona de esas que te caen mal de buenas a primeras, y no tanto por el hecho de que no quiera a su bebé neonato sino porque, por una razón u otra, su carácter te recuerda mucho a un sinfín de individuos intolerables que conociste a lo largo de tu vida, algunos de los cuales son familiares cercanos. Sin embargo, lo que era un día rutinario para Malorie Hayes se convirtió en el día a partir del cual conocerá el miedo, la zozobra y hasta sus instintos asesinos; el día en que ella, y unas cuantas personas más, se convertirán en testigos de acontecimientos del horror en su estado puro al ver cómo la gente, sin deberla ni temerla, se suicidan y se asesinan los unos a los otros.
Bird Box (A ciegas es Hispanoamérica y Europa) tiene una premisa muy interesante que evoca con fuerza al film A quiet place y, a modo personal, a Black Storm, primer libro de la trilogía The Exterminators del escritor escocés Mark Gillespie. El film, basado en la novela homónima de Josh Malerman, nos expone un mundo postapocalíptico en el que una mujer recién enviudada y madre de dos niños tiene que hacer lo que sea y como sea para atravesar un peligroso río, mismo que los llevaría a un refugio lejos de los seres desconocidos que ejercen una suerte de poder mental sobre sus víctimas con solo mirarles.
Malorie, madre adoptiva de Niña y biológica de Niño, es de esos personajes que aparenta ser alguien muy duro, desagradable, con un exceso de sarcasmo y una visión de la vida bastante amargada; al menos esa impresión me dio hasta la mitad de la película, cuando poco a poco la protagonista va abandonando aquella dura coraza y deja al descubierto a una mujer que se siente sola, desesperada por mantener a salvo lo único que la mantiene centrada (sus hijos) y esforzándose por ignorar aquellas voces que la instaban a quitarse la venda de sus ojos y mirar.
Ahora bien, la evolución del personaje a lo largo de la película fue, para mi gusto, demasiado lenta; aquello generó a su vez la impresión de que su relación con sus hijos es forzada, sin ningún solo lazo más que aquél de «yo te crié, solo a mí me tienes qué obedecer». Solo la directora Susanne Bier y el guionista Eric Heisserer saben si aquello fue muy intencional o se les fue la mano en ese detalle.
Las actuaciones de Sandra Bullock, Trevante Rhodes, John Malkovich, Sarah Paulson y Tom Hollander fueron intensas; se notaba que cada uno se entregó por completo a su personaje, especialmente la señora Bullock y los niños actores.
En cuanto al argumento, éste me pareció muy interesante aunque me ha generado dudas sobre la naturaleza de aquellas cosas o seres causantes de tan violentas muertes. No se sabe si eran ángeles, demonios o extraterrestres. Lo que sí se sabe es que escuchar sus susurros y mirarlos te causan la muerte; que los enfermos mentales, especialmente aquellos que han cometido horribles crímenes, son los únicos capaces de verlos y no morir pero sí matar a otros; y que, ante ese tipo de gente, se presentan bajo la apariencia de brisa, sombras y como seres casi humanoides con dientes afilados, como se puede apreciar en la escena en que Gary, un hombre que entró a la casa de Greg (un hombre homosexual casado con un arquitecto) saca su libreta de dibujo y desparrama en toda la mesa los bocetos de aquellas bestias.
Los motivos de su presencia en la tierra están completamente abiertos a la interpretación del espectador; de hecho, esos motivos probablemente se encuentran en la novela original en la que fue basada (y que espero conseguir el próximo año), así que no estaría de más leerla y sacar nuestras propias conclusiones.
¡FELIZ NAVIDAD!
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